Si el tiempo es oro, el agua es vida. Tanto es así que a nuestros antepasados difícilmente se les ocurría establecer un asentamiento alejado de un río y caso de que el núcleo tuviera previsto crecer, lo primero que debía hacer era asegurar el abastecimiento de agua con, en ocasiones, gigantescas obras de ingeniería, como los acueductos romanos (el acueducto de Segovia tiene unos 17 km de longitud, empequeñecidos por el Aqua Marcia que abastecía a Roma tras recorrer unos 90 km, o el que llegaba a Túnez que transportaba el agua unos 132 km). El agua es vida, sí, sin ella el ser humano apenas sobrevive unos días (la regla del tres: tres minutos sin aire, tres días sin agua, tres semanas sin alimentos. Regla elástica que depende del estado de salud del individuo, de su edad y su peso corporal. Otro tres), sin agua no hay pesca ni cultivos, no hay alimentos ni riqueza ni posibilidad de subsistencia.
El crecimiento de la población mundial, el cambio climático y las migraciones que han permitido colonizar el planeta hasta en sus áreas más desérticas e inhóspitas y ha ocasionado, en otras zonas, una superpoblación cuya demanda excedía los recursos hídricos del lugar en cuestión, han obligado al ser humano a ingeniárselas para encontrar agua donde no la había o aumentar el suministro allá donde se hizo escasa: confiar en rabdomantes, tomar agua de las plantas, cavar pozos cada vez más profundos, desalinizar el mar, canalizar ríos, utilizar sistemas de consumo cada vez más eficientes o, de lo que vamos a hablar hoy aquí, usar redes atrapanieblas o captadores del agua de las nieblas.
Se estima que cada uno de estos aparatos puede extraer varios litros diarios de agua dependiendo de su tamaño y de su ubicación. El sistema de abastecimiento, lento pero económico, ya se utiliza en países como Perú, Namibia, Chile, España (en Tenerife, concretamente), Guatemala o Sudáfrica y las tecnologías empleadas difieren principalemente en el diseño de los captadores. En cualquier caso, los sistemas más utilizados (planos y cilíndricos) imitan en su funcionamiento el proceder de las hojas de los árboles. Para ello, se basan en unas mallas plásticas que interceptan la niebla. Las gotas de agua chocan contra sus hilos, se acumulan y caen por efecto de la gravedad dirigidas por una canalización hasta un depósito. Hemos dicho que los captadores convencionales pueden clasificarse en dos tipos según su forma:
El crecimiento de la población mundial, el cambio climático y las migraciones que han permitido colonizar el planeta hasta en sus áreas más desérticas e inhóspitas y ha ocasionado, en otras zonas, una superpoblación cuya demanda excedía los recursos hídricos del lugar en cuestión, han obligado al ser humano a ingeniárselas para encontrar agua donde no la había o aumentar el suministro allá donde se hizo escasa: confiar en rabdomantes, tomar agua de las plantas, cavar pozos cada vez más profundos, desalinizar el mar, canalizar ríos, utilizar sistemas de consumo cada vez más eficientes o, de lo que vamos a hablar hoy aquí, usar redes atrapanieblas o captadores del agua de las nieblas.
Se estima que cada uno de estos aparatos puede extraer varios litros diarios de agua dependiendo de su tamaño y de su ubicación. El sistema de abastecimiento, lento pero económico, ya se utiliza en países como Perú, Namibia, Chile, España (en Tenerife, concretamente), Guatemala o Sudáfrica y las tecnologías empleadas difieren principalemente en el diseño de los captadores. En cualquier caso, los sistemas más utilizados (planos y cilíndricos) imitan en su funcionamiento el proceder de las hojas de los árboles. Para ello, se basan en unas mallas plásticas que interceptan la niebla. Las gotas de agua chocan contra sus hilos, se acumulan y caen por efecto de la gravedad dirigidas por una canalización hasta un depósito. Hemos dicho que los captadores convencionales pueden clasificarse en dos tipos según su forma:
- Captadores planos: similares a una pantalla de cine, o una red de voleibol, se utilizan en varios países del mundo, con diferentes tamaños, dependiendo del mismo y de la situación de la red, puede conseguirse un volumen de agua que oscila entre los 15 y los 60 litros por captador y noche.
- Captadores cilíndricos: De menor tamaño que los anteriores, presentan, por tanto, un rendimiento inferior. Su ventaja estriba en que pueden colocarse de cualquier manera, sin necesidad de estudios previos en su lugar de ubicación para establecer su posición más eficiente, por lo que suelen utilizarse como un paso previo a los captadores planos que, por su mayor eficienca, se consideran definitivos.
Te dejo aquí un vídeo en realizado en el Perú, en el que se nos habla de la utilización de este tipo de técnicas y, en general, del problema del abastecimiento del agua en zonas desérticas y/o superpobladas:
El problema del abasetecimiento del agua se extiende y el ingenio se agudiza, lo que da lugar a nuevos diseños para los captadores de agua:
- Con forma de escarabajo: El onymacris unguicularis es un escarabajo, natural del desierto africano del Namib, que consigue hidratarse gracias a su peculiar forma. El agua de la niebla se deposita en su ondulada espalda y llega así hasta su boca.
El diseñador Kitae Pak se ha basado en este insecto para crear un colector que podría utilizarse en zonas áridas del planeta. También Shreerang Chhatre, investigador del MIT, ha utilizado al escarabajo namib (cuyo caparazón tiene partes que atraen y otras que repelen el agua, de forma que la redirecciona hacia su boca) para crear un captador de agua de niebla que pueda utilizarse en zonas pobres. - Con forma de cometa: De forma triangular y elaborada con materiales ligeros, el diseñador británico Alon Alex Gross ha creado un captador capaz de atraer las gotas de agua de la niebla. Su forma triangular, a modo de cometa, dirige el contenido hacia un recipiente ubicado en la parte inferior. El aparato es capaz de acumular hasta un litro y medio cada noche. Además, utiliza unos sensores que abren y cierran el captador en función de las condiciones meteorológicas.
- Con forma de tienda de campaña (ver foto superior): Diseñado por la alemana Imke Hoehler con el objetivo de hacer posible su fabricación a personas que viven en zonas áridas y aisladas, sin acceso a agua corriente. Según Hoehler, cada captador puede recoger entre 10 y 20 litros diarios. Se pueden ubicar en red para que puedan suministrar agua a un pequeño poblado. .
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